Ya sabéis que Coalicio valenciana, después de la falta de respuesta popular en las pasadas elecciones autonómicas, suspendió sus actividades hasta que se vuelva a generar una demanda de auténtico voto valencianista. La ausencia de un partido 100% valenciano que nos defienda en el Parlamento nacional ha hecho que muchos amigos me pregunten que pueden hacer. Yo sólo les puedo responder, y así lo hago, lo que yo voy a hacer. Sé que a muchos amigos de Face no les va a gustar mi posición pero el voto es lo único que nos queda en este sistema partitocrático tan carente de libertades reales y donde la democracia deliberativa brilla por su ausencia.
El voto útil, el voto del miedo o el de la propia necesidad acuciante me resulta, de entrada, perfectamente entendible pero no lo comparto porque siempre he creído que el voto útil es pan para hoy y hambre para mañana. El voto útil es, con todos los respetos, la otra cara de la misma moneda. Una moneda devaluada, con una credibilidad en decadencia y con unas carencias cada vez más graves. Votar a unos porque son menos malos que otros yo no creo que sea la solución. Es, simplemente, un parche.
Los políticos –perdonadme que me excluya de esta casta social- piensan que la democracia es el sistema menos malo. Tampoco lo comparto. LA DEMOCRACIA ES EL MEJOR DE LOS SISTEMAS. Lo único que pasa es que esto, sí, esto, no es una democracia. Vivimos sumergidos en un duopolio partitocrático cuyos pilares son la corrupción, el derroche y el enchufismo donde la alternancia significa quitarle la silla al adversario para ponerme yo y a los míos. Además, el nexo de unión entre la política y la sociedad sólo reside en unos medios de comunicación con un papel y protagonismo sobredimensionado que hacen que vivamos en una democracia mediática donde los dueños de las grandes mas-media tienen tanto poder como el cacique de turno que gobierna el partido A o B. Amigos, para mí eso no es la democracia. Yo creo en una democracia deliberativa, directa, donde la sociedad tenga un protagonismo mayor que los partidos, sus estructuras y empresas que los sostienen. Los actores y gestores de la democracia no sólo pueden ser unos partidos que están ahogando las instituciones estatales y autonómicas para garantizarse su control.
Bueno, a lo que íbamos. Creo que España necesita un cambio estructural profundo y los valencianos estamos urgidos de un partido que defienda nuestros intereses en una España de la que formamos parte y en la que queremos que no nos tomen el pelo. Yo creo que la única manera de que esto suceda es empezar ya a cimentar ese partido. No podemos esperar a que crezca por generación espontánea y mientras votar al menos malo.
Creo que es necesario que los políticos sepan que los ciudadanos no estamos necesariamente condenados a votar a uno o a otro. Que hay más opciones estructurales y más opciones de partido. Que hay más democracia más allá de este sistema oligárquico y partidista, y más partidos de los que componen este duopolio dominante. Es necesario que sepan que no comulgamos con ruedas de molino, que no nos tragamos todas sus mentiras mientras ellos viven despaldas a las necesidades sociales. Y que se den cuenta de que nuestra tierra, nuestro Reino de Valencia, no va a estar para siempre resignado a vivir sin una representación genuina que haga respetar nuestros intereses sociales, económicos y culturales. Ante un partido en ruinas y otro afectado por aluminosis yo apuesto por empezar a cimentar, desde ya y sin concesión alguna a PP o PSOE, un partido propio que verdaderamente defienda un sistema democrático de libertades donde la ciudadanía sea la protagonista y lo haga en clave valenciana. En clave valenciana, no en clave catalanista como “Coalicio Compromis” o Units x Valencia”.
Por ello he tomado la decisión, hasta que esta sociedad despierte de su letargo, de comprimir y resumir lo que os cuento en lo que será mi papeleta electoral el próximo 20-N que contendrá mi particular protesta, porque, aunque os parezca que no, el voto nulo y el voto en blanco si cuentan.
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