La prepotencia y abuso de posición dominante de la compañía telefónica española es merecedora de estudio ya que la impunidad que goza a la hora de someter a los ciudadanos a sus objetivos y resultados podría adentrase en el terreno de la responsabilidad civil y penal.
La inseguridad jurídica en la que nos encontramos frente a los excesos e injustos tarifarios hacen de la buena fe contractual como principio general del derecho una manifestación vacía ante la todopoderosa multinacional.
Telefónica, como bien dice hoy la voz libre, se ha convertido en los últimos años en la casa de acogida de políticos o cónyuges y allegados de estos. Actualmente, el más destacado es Iñaki Urdangarín, al que ni siquiera su imputación por el ‘caso Nóos’, le ha arrebatado su plaza en Washington, sino todo lo contrario: ha renovado por cinco años más como consejero de su división internacional y representante de la compañía en Estados Unidos. El duque de Palma se embolsa por estas funciones 1,4 millones de euros al año.
Pero lo verdaderamente sorprendente y que ha merecido titulares de prensa es cómo el engrosar las nóminas de las grandes empresas ha servido para presenciar una pelea de barro entre las dos mujeres más poderosas de España: Soraya Sáenz de Santamaría y Maria Dolores de Cospedal. Hoy se ha sabido que Telefónica ha incorporado a otros dos cónyuges de políticos: Iván Rosa, abogado del Estado y marido de la primera de ellas, la vicepresidenta del Gobierno, Soraya Sáenz de Santamaría, y a Paloma Villa, mujer del secretario general del Grupo Socialista en el Congreso, Eduardo Madina. El pacto de Estado siempre funciona a la hora de cerrar la adjudicación y reparto de los cargos mejor remunerados. Como lo hicieron los grupos políticos en torno a su jubilación escandalosa a los 11 años, mientras nos imponían al resto de españoles la obligación de cotizar 38,5 años para llegar al cobro del 100% de nuestra cotización. Esto, en el mundo anglosajón hubiera servido para poner el grito en el cielo a los medios de comunicación y a la ciudadanía. Y a los interfectos en la calle. Pero en este país, tan envilecido y con una moral pública bajo mínimos, poco se puede pedir. Todo vale.
César Alierta sigue cazando para su todopoderosa "familia" a insignes políticos -de derecha o izquierda- como el vago e inepto Javier de Paz, amigo de José Luis Rodríguez Zapatero y ex secretario de Juventudes Socialistas; Pedro Arriola, asesor jefe de José María Aznar; o Alfredo Timmerman, ex jefe de Gabinete del propio Aznar. También ha servido como retiro dorado para ex políticos como Narcís Serra, Manuel Pizarro o Eduardo Zaplana, por citar sólo algunos ejemplos, e incluso la mujer de Rajoy también ha estado trabajando para esta gran empresa de sonrojantes fichajes estrella.
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