La chulería del nacionalismo catalán está acabando de arruinar a los propios catalanes. Eso de que “me den 5 mil millones y por la cara que somos Cataluña” unido a la cantinela del nuevo “pacto fiscal” con el estado ha hecho que, este viernes, la agencia Standard and Poor´s haya rebajado la calificación de Cataluña a la calidad de “bono basura”.
Me alegro. No lo voy a ocultar. Cuando vi en televisión a CiU pidiendo los 5.000 millones de euros al Estado español al que tienen sometido a un continuo chantaje institucional me acordé de la letra de su nuevo Estatuto en el que dice que “Cataluña es una nación” y la Generalidad Catalana es un ”Estado”. Pues si lo es, si lo que pretende es elevar su categoría política a un rango que nunca tuvo en el devenir de la historia, lo que tiene que hacer es ser consecuente y administrar bien sus cuentas para no tener que esconder su sentimiento de humillación tras una inadmisible chulería cuartelera.
La política catalana y sus bonos son pura basura porque su clase política y su estructura autonómica -como algunas otras- son un sumidero de millones de euros que lejos de gestionar bien no hacen otra cosa que empobrecer a la ciudadanía. Cataluña ha doblado sus gastos corrientes en menos de cuatro años mientras sus ingresos bajan drásticamente. Esto es, crece el “estado catalán” o lo que es lo mismo su estructura política y administrativa, mientras la población se empobrece. Por ello no nos ha de extrañar que los inversores no compren bonos catalanes que dan una rentabilidad de casi el 12% a 2016: desde 2004, cualquier aumento de ingresos lo fagocita la administración y, por tanto, el riesgo de impago implícito es mayor al de sus empresas y su financiador, el estado español.
Cataluña, toda chula ella, tiene pues que cubrir su quebrada estructura financiera y política con estos órdagos para seguir disimulando que su ruina tiene un claro componente nacionalista originado por una casta dominante, inútil, despilfarradora y corrupta y a la que no le quedan más argumentos que la bravuconada y al navajeo político.
Yo, mientras siga vigente “su” estatuto “supermeganacionalista”, no les daba ni un euro. Con su “pantumaca” que se lo coman.
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