IV.- CONTEXTO HISTÓRICO: EL ESPLENDOR ECONÓMICO Y CULTURAL DE LA VALENCIA DEL SIGLO XV, EL SIGLO DE ORO VALENCIANO.
“Valencia pot pagar e fer totes les galeres ab molt maior facultad [..,] que no Barcelona ni
Mallorques”[1].
Fernando el
Católico
Los testimonios historiográficos son coherentes con lo que en ocasiones manifiestan las fuentes documentales, por lo que no es sorprendente que la historiografía valenciana, a partir de sus primeros balbuceos, tienda a contemplar el siglo XV como época cenital del Reino de Valencia[2].
En mi trabajo “El
Palacio Real de Valencia”, (Fundacio Nou Valencianisme. Edición bilingüe.
Valencia, 2011) proponía la reconstrucción del que fuera “Palacio de las 300
llaves” y lo hacía consciente de que Valencia necesitaba recuperar uno de los
monumentos más impresionantes de su historia y entre cuyos muros se
desarrollaron acontecimientos del todo punto relevantes en la historia del reino
de Valencia y de España. Los hechos que acogió nuestro monumental alcázar,
junto con el del vecino Real Monasterio de la Trinidad, justificaban la
propuesta de reconstrucción
íntegra del Palacio Real ya que su recuperación constituiría un factor
determinante para que los valencianos se reencuentren con ese pasado
esplendoroso en el que la economía valenciana, su cultura e identidad no tenía
límites ni fronteras. En el evocaba un tiempo en el que la capitalidad y la
Corte tenían a Valencia como sede por mandato del rey Alfonso V, el Magnánimo
(1415) y era residencia real permanente, un tiempo en el que la reina Isabel la
Católica se desplazaba desde el Palacio Real hasta el Monasterio de la Trinidad
para escuchar misa y visitar a su tía, la Madre Abadesa, Sor Isabel de Villena,
mientras ésta escribía el Vitae Christi,
una de las obras en lengua valenciana que encumbraron la literatura en
valenciano a alcanzar el primer Siglo de Oro de las lenguas neolatinas.
Por los
corredores, salas y habitaciones del
palacio real de Valencia pasaron personajes tan ilustres como Jaime I, Pedro
III, Alfonso III, Alfonso IV, Jaime II, el Justo, Alfonso III, el Liberal,
Alfonso IV, el Benigno, Pedro IV, el Ceremonioso, Juan I, el Cazador, Martín I, el Humano, Alfonso V, el
Magnánimo y
su esposa la Reina Dña. María de Castilla, Juan II, el Grande, Fernando II e Isabel I, Reyes
Católicos, Germana de Foix y el Duque de Calabria, Carlos I, Felipe II y Felipe
III.
Del esplendor de la Valencia del siglo XV dio testimonio la riqueza del palacio real, especialmente a partir del inicio del reinado de Alfonso el Magnánimo, un monarca guerrero, amante de las letras y las artes, que se casó un año antes de acceder al trono con María de Castilla, hermana del rey Juan II e hija de Enrique III de Castilla. La boda entre Alfonso y María tuvo lugar en la capilla del Palacio Real de Valencia y desde entonces, la reina María residió la mayor parte de su vida en el, aunque no tanto el rey Alfonso cuyas estancias en Valencia eran más bien esporádicas. Con ellos y sus sucesores, los reyes católicos y la Virreina Germana de Foix y el Duque de Calabria, el Reino de Valencia consolidaba su capitalidad económica y cultural como máxima expresión del renacimiento español.[3]
Los reyes Católicos viajaron a Valencia para jurar en la catedral metropolitana de la capital del Reino los Fueros valencianos otorgados por su antecesor, Jaime I, en 1238 y 1261, hospedándose en el Palacio Real. Todo el Consell de la Ciutat de Valencia acudió a recibirlos en su entrada triunfal por la puerta de las Torres de Serranos que presidía la muralla de la ciudad recayente a poniente, justo frente al palacio real. Era el 11 de octubre de 1479, el mismo año en que accedió a la corona del reino de Aragón. Todos los estamentos oficiales del Reino le juraron fidelidad una vez el rey hiciera lo propio con los Fueros.
El siglo XV fue el gran Siglo de Oro valenciano, sin duda alguna
una etapa de gran desarrollo económico y de gran influencia política y
cultural. Desde finales del siglo XIV la influencia de Valencia en la Corona de
Aragón y en el contexto nacional creció cada vez más grande con personajes como
San Vicente Ferrer y su hermano Bonifacio, determinantes y redactores de las
actas del Compromiso de Caspe, y aún más con el nombramiento de dos papas
valencianos: Calixto III y su sobrino Alejandro VI, naturales de Játiva y
pertenecientes a la familia Borgia y que regirían los destinos de la Iglesia en
el mundo.
En el ámbito artístico y cultural, aparte de La Lonja, se
edificaron las Torres de Quart, la capilla de los Reyes del convento de Santo
Domingo, la bóveda del altar mayor de la Catedral de Valencia o el Palacio de
la Generalidad Valenciana. En la literatura, Ausias March, Joan Roís de
Corella, Jaume Roig, Isabel de Villena o Joanot Martorell, autor de Tirant
lo Blanc, fueron los autores por
excelencia del siglo de oro de la lengua valenciana. En Valencia, el
maestro impresor Lambert Palmart imprimió la primera obra literaria en España
en 1474 y []se r publicó también el primer
diccionario en lengua valenciana: Liber Elegantiarum. El 30 de abril de
1499, fue creada la Universidad de Valencia[4].[]
La industria valenciana, especialmente la textil que se inició con
los telares árabes en el siglo IX, consiguió un gran desarrollo y expansión en
el siglo XV, especialmente en el área metropolitana de Valencia, en Játiva y
localidades circundantes. Pero la ciudad se convertiría en un auténtico centro
comercial con la afluencia de innumerables tejedores extranjeros, especialmente
italianos. A finales de este siglo se construyó la Lonja de la Seda, el gran
templo del comercio valenciano que llegó a liderar la economía mediterránea con
la creación de la “Taula de canvis”,
primera banca pública en operaciones comerciales. Uno de los banqueros con más
negocio en ella fue el valenciano de origen judío Luis de Santángel, que llegó
a ser escribano de Ración de la Corona
de Aragón y, personalmente, quién sufragó el viaje a América de Cristóbal Colón
[]con un préstamo a los reyes[5].
Prueba de la importancia y liderazgo del comercio valenciano es
que el rey Pedro III le concedió el Tribunal Mercantil del Consulado, equivalente
al existente en las repúblicas italianas de la época que habían estado a la cabeza del negocio textil. Dicho
privilegio es de 1283, adelantándose en más de 50 años al de Barcelona y
Mallorca y resto de ciudades que les siguieron.
A principios del siglo XIV ya existía una lonja de mercaderes pero las
necesidades de un edificio que acogiera el auge de la industria y, a la vez,
fuera sede del Tribunal Mercantil del Consulado justificaba la construcción de
un nuevo edificio.
El nombre que recibe el edificio de Lonja de la Seda deriva del
hecho que el tejido de seda era desde el siglo XIV al siglo XVIII la industria
más potente de la ciudad. En el siglo XIV ya había sederos locales,
mayoritariamente judíos, y más tarde conversos, agrupados en 1465 en la «cofradía de la Virgen de la Misericordia», bajo
cuya advocación hay una capilla en la Lonja construida entre 1484 y 1486.
La industria sedera de Valencia tuvo 293 maestros sederos censados
en la ciudad en 1487. []]Durante la segunda mitad del
XVIII fue el momento de máximo esplendor: veinticinco mil personas se dedicaban
a la industria de la seda en la ciudad, que contaba con más de tres mil
telares.
El 18 de octubre de 1477 y con la asistencia de 56 maestros,
reunidos en la calle de las Barcas de Valencia, en el domicilio del genovés
Lazzaro Negro, firmaron ante el notario Bernat Sant Feliu el acta de fundación
de la “Lloable Confraria o Almoina de
l’Ofici de Velluters” bajo la advocación de San Jerónimo. Entre ellos
había como mínimo otra docena de genoveses. El documento se localiza en las
actas de ese notario depositadas en el Archivo de Protocolos del Colegio del
Patriarca de Valencia con la signatura 1.020[6].
El Colegio del Arte Mayor de la Seda
fue una institución que fue constituida como Gremio de Velluters (terciopelo), cuyas primeras
ordenanzas fueron aprobadas por el rey Fernando El
Católico en 1479. Su función principal
era la de regular el oficio y la producción de tejidos de seda en la ciudad de Valencia, y su sede se encuentra originalmente y desde 1494 en la calle del Hospital número 7 del barrio de Velluters de Valencia. El edificio es original del siglo XV pero fue reformado y ampliado en el siglo XVIII. En el año 1686 el rey Carlos II le concedió el título de Colegio y elevó el oficio de los sederos a Arte mayor. En 1981 fue
declarado monumento histórico-artístico nacional nacional, y el 17 de junio de 2016 fue inaugurado
como Museo de la Seda de Valencia.
“La ciudad de Valencia pasó de los tiempos
medios a los modernos sobre una ola de riqueza |...] que hacían de Valencia
digna rival de las ciudades renacentistas italianas”(Francisco
Sevillano, Empresas nacionales. 512). ..El auge económico valenciano se produce fundamentalmente en el siglo
XV y no sólo por causas internas sino por factores externos entre los cuales
quizás el más interesante sea el conocer la intervención que tuvieron los
extranjeros, preferentemente italianos» (PILES, «Actividad y problemas
comerciales de Valencia en el cuatrocientos», V Congreso de HCA. Cerdeña
1957, Ministerios de Asuntos Exteriores, Madrid 1959, p. 411)[7]
Earl Hamilton decía que “en el siglo XV Valencia no sólo
disfruta de su período de mayor prosperidad económica, sino que vive su Edad de
Oro en la literatura, la erudición y las bellas artes”, [8]expresión
Siglo de Oro que asume en 1957 Pierre
Vilar cuando dice que en “Valencia el Siglo de Oro es el siglo XV y que Valencia
en la época de los Reyes Católicos es la ciudad española más penetrada en el
ambiente renacentista".[9]
En 1499, en el preámbulo del Estatuto facultativo de Estudio
General (universidad de Valencia) se
apoya la erección del centro universitario en la conveniencia de que los
estudiantes “puxen hoyr e aprofitar en la present ciulat la qual —se
razona— es mes populosa que ciutat de tota Espanya”.
“populatissima,et a juditio mío fa anime 100 000. He bella
cità e mercantille et (ha) le arte assay
separate…”[10]
En 1483 la capital valenciana alcanzaba los 75.000 habitantes[11] a la
altura de Paris, Milán y Venecia,
mientras Barcelona apenas alcanzaba los 20.000. No obstante a ello,
Alvaro Santamaría fijó las cifras demográficas más urbanas señalando que
Valencia intramuros realmente alcanzaba una cifra notablemente menor: 40.000
habitantes frente a los 35.000 de Sevilla y 20.000 de Barcelona, mientras que
la población del Reino de Valencia la fijaba –con datos de Gaspar Eiximeno- en 225.000
habitantes.[12]
Desde mediados del siglo XV se aprecia en el reino una
reducción del número de ciudades mayores de 5.000 habitantes, lo que permitiría
suponer que la creciente macrocefalia de la capital valenciana se produjo a costa de la sangría
demográfica de las entidades mayores. Esta modificación de la red urbana se
interpreta como respuesta a las transformaciones experimentadas por la
estructura política y económica a lo largo de los dos últimos siglos.[13]
La extraordinaria densidad de población de la huerta de
Valencia se refleja en el censo de 1510 que recoge un total de 13.006 casas
fiscales frente a las 55.631 totales censadas para el reino, es decir, el
23,9%. En el fondo, esta gran concentración de población sólo puede entenderse
a partir de una intensa inmigración hacia unas tierras cuya producción estaba
altamente integrada con el principal mercado de consumo del reino. De hecho, en
las primeras décadas del siglo XV, dentro de la elevada densidad de este conjunto
periurbano, la huerta septentrional más próxima a la ciudad tenía una densidad
superior a los 100 hab./km2 [14]
Si adaptamos estas cifras a los conceptos asumidos por la
historiografía europea, por lo que "la
ciudad incluye la población no sólo de la «ciudad propiamente dicha», sino
igualmente de los arrabales, las afueras, los términos municipales, las
aldehuelas, los barrios, etc.” rompiendo con los límites imaginarios
impuestos por el recinto amurallado para incluir a la población residente en
sus inmediaciones rurales que a efectos políticos, sociales, fiscales y,
también, demográficos pertenecen a ese mundo urbano, llegaríamos a una cifra
que en Valencia rondaría los 100.000 habitantes.
A ello ayudó, sin duda alguna, la política municipalista encaminada
a estimular la inmigración. Todas las ciudades europeas del cuatrocientos
potenciaban la inmigración mediante ofertas atractivas para inmigrantes.
El caso de Valencia, “els
Furs Antichs” otorgados por
Jaime I, no sólo homologan al inmigrante con los vecinos de la ciudad sino que,
cuando el inmigrante procede de lugares de señorío, por el mero hecho de su
avecindamiento, se le declara “franch e absolt del homenatge axicom
ciutada”. Al amparo de esta normativa si el inmigrante procedente de áreas
señoriales o feudales queda desligado de la dependencia señorial con el
consiguiente acceso a la condición de plena libertad, dado que Valencia, ciudad
abierta, es ámbito de libertad y la condición de vecino de Valencia es
connatural a la condición de hombre libre. El “novell vehi”, nuevo
vecino, entra bajo el amparo de la ciudad, se beneficia de la exención de pagar
leuda y del libre aprovechamiento de los pasos comunales, y asume la obligación
de pechar con los impuestos municipales como los otros vecinos[15]. La presencia habitual de extranjeros e
inmigrantes que acceden al examen de magisterio obliga a establecer un
requisito previo que garantice el asentamiento estable en la urbe y evite su
emigración a otros lugares una vez obtenida la cualificación técnica necesaria.
De ahí que se exija el avecindamiento de quienes deseen acceder al examen con
la necesidad implícita de habitar en una casa de la ciudad como hace cualquier
vecino de pleno derecho[16].De
la misma manera, las ordenanzas exigen a los extranjeros una carta testimonial
que confirme su formación como aprendices en sus ciudades de origen y en casa
de maestros examinados por las corporaciones allí existentes.[17]
Se crea la figura del “vehedor deis novells vehins”, inspector
encargado de la vigilancia de los nuevos avecindados para comprobar si
cumplen las obligaciones contraídas en el pacto de avecindamiento y, en
su caso, denunciarles a la autoridad municipal competente, que podrá
disponer su baja en el registro de vecinos de Valencia.
Los nuevos vecinos no podrán asumir funciones municipales o
el ejercicio público de actividades relacionadas con la administración de la
justicia hasta transcurridos ciertos años de su avecindamiento. En 1494, para
ser elegido consejero del Consell General se requería una antigüedad como
vecino de, por lo menos, 20 años.
Asimismo, resulta también importante resaltar la elección de
la capital del Reino como lugar de residencia de la nobleza valenciana. De los
370 nobles censados en 1429, 189 residían en la capital, lo que ha llevado a
afirmar que «la clase nobiliaria era
fundamentalmente urbana».[18]
Asimismo, la tacha de 1510-1512 recoge bajo el epígrafe ''Militars de la ciutat de Valencia. Original de la tacha del bras
militar, ab les ciutats, viles e lochs de aquell" la presencia de unos
414 nobles en la capital cuyos señoríos se repartían a lo largo del Reino. Y
entre ellos estaba Gaspar de Castellví, señor de Carlet, y sus hijos que fueron
vecinos de la familia de Luis de Santángel. El 22 de mayo de 1494, Piero di Franqui,
comerciante genovés, se presentaba con la intención de protestar una letra de
cambio ante este noble, "in domo sua
quam habet in civitate Valencie coram ecclesiam Sancti Bartholomei"
(APP.V., protocolo n° 6093, J. Casanova). Fiscalmente, por tanto, este grupo
privilegiado era censado aparte de las casas de la capital, puesto que
contribuía con el brazo nobiliar, a pesar de su residencia urbana.
El humanista Lucio Marineo Siculo, autor de la primera “Crónica Daragon” y que callejeó por la Valencia del siglo XV la consideró “inter primas totius Hispanie urbes enumeranda est”[19].
La Lonja de la Seda de Valencia o Lonja de los Mercaderes es una obra maestra del gótico civil valenciano situada en el centro histórico de la ciudad. Fue declarada, en 1996, Patrimonio de la Humanidad por la Unesco, se encuentra situada en la plaza del Mercado frente a la Iglesia de los Santos Juanes y del Mercado Central de Valencia.
Las obras se iniciaron en 1482 y su primer constructor fue Pere Compte, constituyéndose en un edificio emblemático de la riqueza del Siglo de Oro valenciano (siglo XV) y muestra de la revolución comercial durante la Baja Edad Media, del desarrollo social y del prestigio conseguido por la burguesía valenciana.
El nombre que recibe el edificio de Lonja de
la Seda deriva del hecho que el tejido de seda era desde el siglo XIV al siglo
XVIII la industria más potente de la ciudad. En el siglo XIV ya había sederos
locales, mayoritariamente judíos, y más tarde conversos, agrupados en 1465 en
la «cofradía de la Virgen de la
Misericordia», bajo cuya advocación hay una capilla en la Lonja construida
entre 1484 y 1486.
La industria sedera de Valencia tuvo 293
maestros sederos censados en la ciudad en 1487. []]Durante la segunda mitad del
XVIII fue el momento de máximo esplendor: veinticinco mil personas se dedicaban
a la industria de la seda en la ciudad, que contaba con más de tres mil
telares.
Ausias March (Beniarjó, 1400-Valencia, 1459) fue un poeta y caballero valenciano de la época medieval, originario de una familia de la nobleza del Reino de Valencia. Es uno de los poetas más importantes del Siglo de Oro valenciano y de la literatura en valenciano.
En la literatura, Ausias March, Joan Roís de Corella, Jaume Roig, Isabel de Villena o Joanot Martorell, autor de Tirant lo Blanc, fueron los autores por excelencia del siglo de oro de la lengua valenciana. En Valencia, el maestro impresor Lambert Palmart imprimió la primera obra literaria en España en 1474 y []se r publicó también el primer diccionario en lengua valenciana: Liber Elegantiarum. El 30 de abril de 1499 fue creada la Universidad de Valencia.
En 1483 la capital valenciana alcanzaba los 75.000 habitantes a la altura de Paris, Milán y Venecia, mientras Barcelona apenas alcanzaba los 20.000. No obstante a ello, Alvaro Santamaria fijó las cifras demográficas más urbanas señalando que Valencia intramuros realmente alcanzaba una cifra notablemente menor: 40.000 habitantes frente a los 35.000 de Sevilla y 20.000 de Barcelona, mientras que la población del Reino de Valencia la fijaba –con datos de Gaspar Eiximeno- en 225.000 habitantes.
[1] Valencia se encontraba en mejor situación para aportar recursos a las empresas de la Corona que Barcelona o que Mallorca. Por ello, cuando en 1494 los jurados de Valencia se manifestaban remisos a armar galeras anticorsarios. Femando el Católico replicó: “Valencia pot pagar e fer totes les galeres ab molí maior facultad [..,] que no Barcelona ni Mallorques”. FRANCISCO SEVILLANO, «Las empresas nacionales de los Reyes Católicos», p. 531.
[2] La demografía en el Contexto de Valencia. Siglo XV. Alvaro de Santamaría.
[3] Jose Vicente Gómez Bayarri
en su artículo El esplendor de la
Valencia del siglo XV publicado en
Las Provincias el 1 de Febrero de 2009 certifica que “La ciudad de Valencia se convirtió en una urbe
cosmopolita, abierta a toda clase de visitantes, de manifestaciones y
corrientes culturales. Era una gran ciudad no sólo en el ámbito peninsular sino
también de reconocido prestigio en el ámbito europeo. Fue una de las ciudades
artesanales, mercantiles, financieras más activas del Mediterráneo. De ello dan
testimonio las instituciones públicas, el montante de las transacciones
comerciales, la actividad cultural, el urbanismo, el arte, la indumentaria y
las manifestaciones lúdicas y recreativas. La sociedad valenciana supo
articular las diversas corrientes culturales, anticipándose al resto de la
Península y del Occidente europeo, imbuyéndose de aspectos italianizantes
renacentistas cuando otros Estados o regiones vivían todavía en plena Edad
Media. Valencia estaba preparada y fue receptiva a las influencias sociales,
literarias, artísticas y religiosas de la Italia del "Quatrocento".
[4] Universidad de Valencia, Información Institucional. «Historia de la Universidad».
[5] López de Gomara, Francisco. Hispania Victrix
[6] Germán Navarro Espinach. La tecnología sedera en Valencia a la luz de unas ordenanzas inéditas del siglo XV.
[7] La demografía
en el contexto de Valencia. siglo XV. 1992. Álvaro
Santamaria
[8] EARL J. HAMILTON, Money, prices and wages in
Valencia, Aragón and Navarra, 1351-1500, Harward Economic Studies,
Cambrigde-Massachussets 1936.
[9] La tesis de Vilar es que aunque Valencia
influye decisivamente en la coyuntura de Caspe, entonces, en 1412, no estaba
todavía en situación próspera, pues su «Siglo de Oro. es el siglo xv, cuando
alcanza preponderancia apoyada en su riqueza agraria y en sus producciones
artesanas de lujo (VILAR, «El declive catalán de la Baja Edad Media. Hipótesis
sobre su cronología ». En Estudios de Historia Moderna VI, Facultad de
Filosofía y Letras de Barcelona, cita 23-24.
[10] Igual,David y Navarro, German. Un mercante de Milano, recogido en
“los genoveses en el transito del siglo
XV al XVI”.
[11] «La
última cifra —15.000 fuegos—, si se acepta el coeficiente 1:5 repre enta unos
75.000 habitantes, demografía, sin duda, muy elevada si se refiere
exclusivamente a la ciudad; pero aceptable si —cual debe sugerir— comprende por
añadidura el termino municipal»
Santamaría Alvaro, Aportación al estudio de la economía de Valencia.
[12] Santamaría,
Alvaro. Aportación al estudio de la economía de Valencia, p. 40. La demografía en el
contexto de Valencia. siglo XV. 1992.
Álvaro Santamaria. Gaspar Eximeno ejerció
su cometido de notario-escribano de la juraría por lo menos hasta 1501".
El desempeño de su función le facilitó el acceso a datos de primera mano, que
pueden aceptarse como fiables, y a noticias de diversa naturaleza que
eventualmente consigna, como recordatorio, en notas marginales escritas en sus
protocolos.
[13]Cruselles Gómez, Enrique. “La población
de Valencia a finales de la edad Media”.
[14] F. ARROYOILERA,”Población y poblamiento en la huerta de
Valencia a fines de la Edad Media”, Cuadernos de Geograffa, 39-40
(1986), pp. 125-155).
[15] Santamaría, Alvaro. Aportación al estudio de la economía de Valencia, p. 40. La demografía en el contexto de Valencia. siglo XV. 1992.
[16] Odenanzas
del Gremi de Velluters de 1491: ”….més, ordenen e statuexen que qualsevol stranger
de la present ciutat o regne que viu a la present ciutat e iuxta forma de les
ordenacions e capitols de la dita art e offi ci en ell se volrà examinar en
aquella dita art per poder usar de la dita art, ans que al dit examen sia admès
haia a mostrar ésser-se desaveynat de la pròpia terra e pàtria de aquell e que
sia fet vehí de la present ciutat en la qual tingua sa casa e habitació com ha
vehí de aquella, e en altra manera no puirà ésser admès al dit examen ni
examinar-se en la dita art ni puirà usar de aquella, e si en aquella art
admetre se volrà encorregua en pena de doents sous e perdre los telers e altres
coses que tindrà per a la dita art, partidores les penes, teles e telers en la
forma en lo present capítol és dispost e ordenat”.
[17] Odenanzas
del Gremi de Velluters de 1491: “…per quant sovint se sdevé que los
strangers del present regne venen a la present ciutat e regne per voler usar de
la dita art e offi ci de velluters e no hauran stat ab mestre examinat, e axí
obren axí velluts, vellutats, com cetins, domasos e chamellots que no són
obrats segons art de velluters, ordenen e statuexen que ans que lo tal stranger
volrà usar com ha obrer de la dita art mostre e sia tengut mostrar ab carta
testimonial lo temps que haurà stat ab mestre examinat en la dita art. E si ab
carta testimonial no u mostrarà no puixa usar de la dita art com ha obrer e
menys mestre examinat no el puixa pendre ni donar-li fahena com ha obrer, ans
haia de star ab mestre examinat com haprenediç. E si lo contrari era fet axí lo
dit jove qui volrà usar de la dita art com lo mestre examinat qui com ha jove
lo tendrà encorregua cascú de aquells en pena de dos-cents sous partidors per
terç en la manera en los prop precedents capítols contenguda, no obstant
qualsevol capítol en contrari fi ns ha huy fos stat ordenat per la dita art a
aquells atorguat e auctoritzat.”
[18] (A. Furió, Historia ... , cit., p. 211)
[19] Crónica Daragón, Lucio Marineo Siculo, editada en 1524
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