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Mostrando entradas de marzo, 2014

¡Qué bello es morir!

A CONTRACORRIENTE ¡Qué bello es morir! España entera se redime con una carrera de elogios por la muerte de Adolfo Suárez después de haberlo matado en vida con el arma de la ambición que el propio Suarez enfundó en su cinto y correaje cuando vestía de riguroso uniforme falangista. Suárez no fue, ni mucho menos, todo lo que hoy se dice de el. Suárez fue un hombre que representó en los 60 lo peor del franquismo, militando en las filas de los arribistas de un neofalangismo de salón que habitaba los últimos despachos de un régimen  que ya había optado por la tecnocrácia y el Opus a los que el propio Suarez detestaba. Adolfo Suarez, siempre a la sombra de su mentor, el falangista Fernando Herrero Tejedor, se arrastró por donde hizo falta con tal de dar satisfacción a su ambición desmedida que se vio premiada pronto con multitud de cargos de un franquismo ya languideciente. Siempre de riguroso uniforme de Falange, ese hombre que mimetizaba al propio Joseantonio  Primo