
El TC ha picado el cebo puesto en el articulado por el Parlamento de Cataluña, introduciendo propuesta que excedían claramente el marco competencial entre Estado y autonomía permitiendo que otras cuestiones de mayor calado como la permanencia del concepto de Nación para definir a Cataluña o las competencias en materia lingüística que comprenden a otros territorios como Valencia, hayan permanecido intocables.
Comparativamente, y por lo que respecta al concepto de Nación y el Preámbulo, podemos poner el ejemplo del Preámbulo del Estatuto de la Comunidad Valenciana, donde se reconoce la denominación de "país valencià", y el catalanismo gracias a ese artificio mantiene y sustenta su legitimidad en ese hecho. En resumen, de un texto inconstitucional que debería de haber sido devuelto en su integridad al Parlamento de Cataluña, sólo se han modificado 13 preceptos, de los más de 218 que consta.
Vivimos en una Nación que renuncia a su defensa. El Estado no funciona y la administración de justicia permite el juego ilegítimo de sus propios enemigos mientras la Constitución, la única norma que debería de garantizar nuestra igualdad como ciudadanos, es pisoteada por la política y por la propia justicia.
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