
Según el PP, los grandes eventos habían generado 66 millones de visitantes (algo así como si la totalidad de italianos e irlandeses censados hubieran pasado por aquí) creado 270.000 puestos de trabajo (recordar como comparación que hoy tenemos 500.000 parados) y que habían generado unos ingresos de 9.000 millones de euros. Todo esto, lamentándolo mucho, es mentira. Si bien es cierto que nuestra Comunidad ha creado una oferta turística nueva, la de la ciudad de Valencia, ni mucho menos esta supone un 3 % del total que siempre hemos recibido de nuestra clásica oferta de turismo y playa. Algo que si se logró y se sigue logrando es gracias a los esfuerzos, inversiones y buen hacer del sector privado.
La deuda generada por la administración valenciana se sitúa de esta manera:
1.- Compromisos de pagos a 31 de diciembre de 2009: 29.500 millones de euros.
2.- Deudas de las empresas públicas de la GV: 9.500 millones.
3.- Deuda generada por la GV hasta septiembre de 2010: 2.300 millones.
Una vez comprobado que la suma alcanza la cifra de 41.300 millones, el resto, hasta los 50.000 millones son:
1.- Mil millones recientemente prestados a la GV por Bancaja y CAM.
2.- Las estimaciones existentes sobre facturas en los cajones, tanto por parte de las consellerías como por las empresas públicas.
3.- El déficit que inevitablemente generará el Plan Confianza.
4.- El vencimiento de determinados avales dados a entidades que no pueden afrontarlos.
Sé que muchos miraréis con recelo o desconfianza esto que os escribo pero, por un momento, me gustaría que dejarais de lado las diferencias ideológicas o políticas. Estamos hablando de algo muy serio y de una gravedad transcendental. Es probable que no seamos capaces de percibir, todavía, los efectos devastadores de esta deuda. Especialmente los que tenemos un puesto de trabajo. Pero, más pronto que tarde, todos, sin excepción, notaremos sobre nuestras espaldas la carga de una desastrosa gestión. Y esto ya no es sólo culpa de Zapatero –que también- sino especialmente de los que aquí nos gobiernan. Los que manejan las finanzas de una Comunidad Valenciana que navega sin rumbo y con riesgo de hundimiento inmediato mientras su sociedad, imperturbable, sigue durmiendo el sueño de los justos.
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