Como dicen en el Servicio de Urgencias de cualquier hospital, Coalicio Valenciana nació en el 2004 con la intención de intentar resucitar el cuerpo inerte del valencianismo que nos había dejado moribundo una Unio Valenciana a la que sus líderes habían abandonado en la cuneta mientras ellos se incorporaban al Partido Popular con la insultante excusa de “fer valencianisme desde dins del PP”.
Esas maniobras de resucitación han durado 7 años y dos convocatorias autonómicas y locales. Tras los resultados de ayer, 22 de mayo, podemos concluir claramente que todos los intentos han sido en vano. Unio Valenciana llegó a alcanzar en su día 208.000 votos. Los 17.000 que cosechó Coalicio en el 2007 en su primer intento certificaban que el valencianismo había ya perdido casi todo el pulso. Las elecciones de ayer daban un resultado que concluían su caracter de moribundo.
El panorama es, ciertamente, desalentador. Nosotros aquí, intentando reanimarlo, mientras los Chiquillo, Ramón LLin, Esteve, Fernando Giner, Vicente Ferrer y tantos otros ex -UV, Rat Penat y Real Academia, y verdaderos autores de la muerte por inanición del valencianismo, gozando de la vida, la buena vida que da el oportunismo, la cara dura y desvergüenza política.
Pero la culpa no es sólo de ellos. Hay que compartirla y asumir cada uno su cuota de responsabilidad. Ellos por sinvergüenzas y traidores, la sociedad valenciana por irresponsable, y la nuestra por no haber tenido la pericia, medios o, simplemente, suerte de haberlo conseguido. Pero, al final -y esto si que es indiscutible-, los únicos que hemos intentado volver a dar vida a lo que otros mataron hemos sido los de Coalicio Valenciana.
Y ahora a descansar. Pero no en paz.
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