La gestión del PP al frente del ayuntamiento ha supuesto una progresiva privatización de espacios y servicios, perdiendo su carácter social y público. Valencia está cada día más prohibida y su disfrute público es más difícil.
Lo digo no sólo por los servicios que son excesivamente caros -los más caros de España- sino, incluso por los espacios, el suelo y la explotación de nuestras calles. Valencia está superexplotada por las contratas privadas que se benefician del suelo público para engordar sus cuentas de resultados. Las zonas azules y naranjas conllevan esa privatización y encarecimiento de los espacios públicos y la eliminación de aparcamientos libres sólo beneficia a las empresas que gestionan los aparcamientos adjudicados por el PP.
Entre los aparcamientos que se eliminan, las zonas azules y naranjas, las multas y la grúa, el aparcamiento público y gratuito es cada día más difícil de encontrar porque desaparece cada día que pasa. Insisto, Valencia es cada día más privada, más prohibida y, por ello, menos ciudadana.
Esto es, además de para atender compromisos de nuestros gobernantes, fruto del despilfarro político. La necesidad de recaudar por todo poniéndole precio a todo hace que Valencia sea una ciudad cara. No sólo es la segunda ciudad más cara de España, por detrás de Madrid y muy por delante de Barcelona, es una ciudad sobreexplotada por la empresa privada por adjudicación municipal y que nos cobra por todo.
Son mínimos los espacios libres para el disfrute ciudadano, en especial en lo que se refiere al aparcamiento público y gratuito. Ello unido a la especial vigilancia policial para que nadie pueda aparcar –ni segundos- de una manera irregular, hace que acabemos aparcando en los carísimos aparcamientos adjudicados a las empresas privadas.
El centro de Valencia es una gran trampa recaudatoria. Entrar en él y pretender aparcar sin pagar es materialmente imposible sin pasar por caja. Incluso las zonas azules, que han hecho desaparecer el aparcamiento libre en el centro, están siendo copadas por la abundancia política y toda su corte mediática. La Plaza del Ayuntamiento de Valencia no es de la ciudad ni de los ciudadanos y la zona azul existente en torno a las floristerías es toda de uso político y mediático. Los propios servicios públicos y administrativos (ayuntamiento, correos, banca, telefónica) tienen en ello una verdadera barrera ya que no sólo no existen sitios libres y gratuitos para aparcar, tampoco disponemos de un parking de pago. Tan sólo existen zonas azules que han sido copadas y prohibidas a la ciudadanía en beneficio de nuestros gobernantes y medios de comunicación privados o públicos que disfrutan de este privilegio.
Lo dicho. Valencia ciudad prohibida. Hay que empezar a acabar con los privilegios políticos: sueldazos, dietas, VISAS, coches oficiales, pompas y boatos estrafalarios que obligan al ayuntamiento a recaudar hasta por respirar, sobreexplotando y privatizando una ciudad que, al menos en Coalicio, la queremos más libre, más pública y más ciudadana.
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