El ex valencianista Vicent Flor, ahora furibundo militante del catalanismo más radical, presentaba su libro "NOVES GLORIES A ESPANYA" en el que se burla de los valencianos que nos emocionamos con las estrofas de nuestro himno regional. Es verdad que este pueblo tiene muchas carencias, en especial la baja densidad sanguínea, pero de ahí a negar la sustantividad de nuestra identidad para llevarla a las orillas del catalanismo nacionalista más rancio hay algo más que un trecho. En el libelo del tal Flor se deshace en insultos y descalificaciones a un servidor con las consabidas etiquetas que a uno le cuelga la caverna panka nazionalista.
El caso es que me decidí a ir a verlo en su salsa para que lo que tuviera que decir me lo dijera a la cara, y no sólo en su parapeto literario. El caso es que, cuando llegué, su poder de convocatoria había sido todo un éxito. Valencianistas y catalanistas acababan una tangana disuelta por la policía que acabó con la expulsión de los primeros, que me los tope en la calle. Me metí sin que nadie me dijera nada. Ni unos, ni otros, ni la poli... Y cuando estaban ya por los 10 minutos de presentación del autor, un policía me dijo que le acompañara. Obedecí y me saco de la sala. En la puerta, otro policía me dijo que yo en la sala no pintaba nada y que me fuera a la calle. Le contesté que sí que pintaba, tanto que gran parte del libro me la dedica el autor que, por cierto, tuvo la delicadeza de saludarme desde su estrado.
El caso es que el policía, que era el jefe, después de una discusión sobre mi derecho y libertad constitucional a acudir pacíficamente a asistir a un acto público, por sus santas y democráticas narices, o por la calva de Rubalcaba, ordenó que me detuvieran por "atentado contra la Policía" y como autor de "desordenes públicos" pese a que mi tike de entrada en el aparcamiento del Fnac demostraba que llegué 45 minutos tarde, cuando, disuelto el alboroto, el acto había comenzado.
El tike, las cámaras del Fnac y los testigos son una contundente prueba de las ganas que me tienen unos cuantos mandamases que no me perdonan el que un servidor vaya por libre, y con la cara bien alta, cantando las verdades al barquero. Ahora que cada cual apechugue con su responsabilidad porque este ciudadano no se va a quedar con los brazos cruzados soportando otra avalancha de basura y de mentiras.
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