
Una vez dicho esto
habrá que distinguir entre “bebes robados” y “bebes entregados en
adopción”. Lo digo porque se está creando una gran confusión al
respecto. Una cosa es que algún sanitario robara literalmente un bebé y otra
cosa son las madres que han entregado a sus hijos en adopción. En España hay órdenes religiosas
que tienen casas de acogida “casas-cuna” para madres solteras que son
ayudadas durante su gestación y parto y que, tras este, entregan
voluntariamente sus hijos en adopción por las circunstancias que sean. Antes,
la adopción la gerenciaba la propia orden religiosa y desde los años 80 es la
administración pública.
Hay 4 tipos de personas que
reclaman:
1.- La madre que cree
que se le robó a su hijo. Tanto ella como el padre, creo que tienen todo el
derecho del mundo de acudir a la justicia para averiguar las circunstancias de
la desaparición de su hijo.
2.- La madre que
entregó a su hijo en adopción en su día y quiere ahora conocerlo. Ante este
hecho es fácil decir que estamos de acuerdo, pero hay que
valorar las consecuencias del acto voluntario de la entrega de un hijo a la
familia adoptiva y el gran trauma que puede suponer para los actuales padres
y para los propios hijos una reclamación, tantos años
después del abandono.
3.- Los hijos robados
en las clínicas y entregados en adopción que quieren conocer a sus padres. En
el caso de que crean que son robados, esto es, no les conste que fue en
adopción legal, creo que tienen el mismo derecho que las madres a buscar
justicia.
4.-Otra cosa es la
del hijo adoptado que busca a sus padres. Muchas madres entregaban a sus hijos
en adopción buscando el anonimato ya que muchos embarazos eran no-deseados (soltería, prostitución,
adulterio…). Así las cosas, muchos de los que ahora reclaman a las órdenes
religiosas para saber quiénes son sus madres, también podrían querer saber
quiénes son sus padres, lo cual resultaría, además de prácticamente imposible
(no siempre), en algunos casos verdaderamente embarazoso. Obligar a las
órdenes religiosas a quebrantar el secreto de la maternidad y/o la paternidad buscado
por las madres y padres en el momento del ingreso en sus casas-cuna puede ir, no sólo contra la
voluntad de la madre-padre, sino contra la propia legislación que permite este
tipo de instituciones benéficas de ayuda a la madre soltera sin recursos. Ana Isabel Azagra, una mujer entregada en adopción en
su día, ha hecho "un llamamiento a las mamás para
que salgan. Nadie quiere juzgar a nadie, queremos conocerlas y abrazarlas". Pero el que
sus madres quieran o no salir de su anonimato es algo que no corresponde ni es
responsabilidad de las órdenes religiosas.
Hay que señalar,
también, que muchas madres acuden exclusivamente por esta razón a las
casas-cuna para tener a sus hijos sin renunciar a su maternidad, conservando a sus hijos junto a ellas. Por ello no creo que tengan
responsabilidad alguna las instituciones que hacen del servicio a la vida una vocación, sino todo lo contrario.
Dicho esto, creo
legítimo el interés en conocer nuestra ascendencia-descendencia, siempre que
sea legal y posible. Otra cosa es la grandielocuencia y la demagogia con la que
se sirven estas noticias, propicias para hacer plató y caja con unas
televisiones que viven y se aprovechan de lo lacrimógeno. Al final, como en
tantas cosas, la que fijará la verdad de los hechos será la ciencia y la
justicia. Pero, de momento, y pese a tanta acusación televisiva, aún no hay
sentencias de bebes robados.
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