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IV.- CONTEXTO HISTÓRICO: EL ESPLENDOR ECONÓMICO Y CULTURAL DE LA VALENCIA DEL SIGLO XV, EL SIGLO DE ORO VALENCIANO.

 


 

 

“Valencia pot pagar e fer totes les galeres ab molt maior facultad [..,] que no Barcelona ni Mallorques”[1].

 

Fernando el Católico

 

Los testimonios historiográficos son coherentes con lo que en ocasiones manifiestan las fuentes documentales, por lo que no es sorprendente que la historiografía valenciana, a partir de sus primeros balbuceos, tienda a contemplar el siglo XV como época cenital del Reino de Valencia[2].

En mi trabajo “El Palacio Real de Valencia”, (Fundacio Nou Valencianisme. Edición bilingüe. Valencia, 2011) proponía la reconstrucción del que fuera “Palacio de las 300 llaves” y lo hacía consciente de que Valencia necesitaba recuperar uno de los monumentos más impresionantes de su historia y entre cuyos muros se desarrollaron acontecimientos del todo punto relevantes en la historia del reino de Valencia y de España. Los hechos que acogió nuestro monumental alcázar, junto con el del vecino Real Monasterio de la Trinidad, justificaban la propuesta de reconstrucción íntegra del Palacio Real ya que su recuperación constituiría un factor determinante para que los valencianos se reencuentren con ese pasado esplendoroso en el que la economía valenciana, su cultura e identidad no tenía límites ni fronteras. En el evocaba un tiempo en el que la capitalidad y la Corte tenían a Valencia como sede por mandato del rey Alfonso V, el Magnánimo (1415) y era residencia real permanente, un tiempo en el que la reina Isabel la Católica se desplazaba desde el Palacio Real hasta el Monasterio de la Trinidad para escuchar misa y visitar a su tía, la Madre Abadesa, Sor Isabel de Villena, mientras ésta escribía el Vitae Christi, una de las obras en lengua valenciana que encumbraron la literatura en valenciano a alcanzar el primer Siglo de Oro de las lenguas neolatinas.

Por los corredores, salas  y habitaciones del palacio real de Valencia pasaron personajes tan ilustres como Jaime I, Pedro III, Alfonso III, Alfonso IV, Jaime II, el Justo, Alfonso III, el Liberal, Alfonso IV, el Benigno, Pedro IV, el Ceremonioso, Juan I, el Cazador, Martín I, el Humano, Alfonso V, el Magnánimo y su esposa la Reina Dña. María de Castilla, Juan II, el Grande, Fernando II e Isabel I, Reyes Católicos, Germana de Foix y el Duque de Calabria, Carlos I, Felipe II y Felipe III.

Del esplendor de la Valencia del siglo XV  dio testimonio la riqueza del palacio real, especialmente a partir del inicio del reinado de Alfonso el Magnánimo, un monarca guerrero, amante de las letras y las artes,  que se casó un año antes de acceder al trono con María de Castilla, hermana del rey Juan II e hija de Enrique III de Castilla. La boda entre Alfonso y María tuvo lugar en la capilla del Palacio Real de Valencia y desde entonces, la reina María residió la mayor parte de su vida en el, aunque no tanto el rey Alfonso cuyas estancias en Valencia eran más bien esporádicas.  Con ellos y sus sucesores, los reyes católicos y la Virreina Germana de Foix y el Duque de Calabria, el Reino de Valencia consolidaba su capitalidad económica y cultural como máxima expresión del renacimiento  español.[3]

Los reyes Católicos viajaron a Valencia para jurar en la catedral metropolitana de la capital del Reino los Fueros valencianos otorgados por su antecesor, Jaime I, en 1238 y 1261, hospedándose en el Palacio Real. Todo el Consell de la Ciutat de Valencia acudió a recibirlos en su entrada triunfal por la puerta de las Torres de Serranos que presidía la muralla de la ciudad recayente a poniente, justo frente al palacio real. Era el 11 de octubre de 1479, el mismo año en que accedió a la corona del reino de Aragón. Todos los estamentos oficiales del Reino le juraron fidelidad una vez el rey hiciera lo propio con los Fueros.

El siglo XV fue el gran Siglo de Oro valenciano, sin duda alguna una etapa de gran desarrollo económico y de gran influencia política y cultural. Desde finales del siglo XIV la influencia de Valencia en la Corona de Aragón y en el contexto nacional creció cada vez más grande con personajes como San Vicente Ferrer y su hermano Bonifacio, determinantes y redactores de las actas del Compromiso de Caspe, y aún más con el nombramiento de dos papas valencianos: Calixto III y su sobrino Alejandro VI, naturales de Játiva y pertenecientes a la familia Borgia y que regirían los destinos de la Iglesia en el mundo.

En el ámbito artístico y cultural, aparte de La Lonja, se edificaron las Torres de Quart, la capilla de los Reyes del convento de Santo Domingo, la bóveda del altar mayor de la Catedral de Valencia o el Palacio de la Generalidad Valenciana. En la literatura, Ausias March, Joan Roís de Corella, Jaume Roig, Isabel de Villena o Joanot Martorell, autor de Tirant lo Blanc, fueron los autores por excelencia del siglo de oro de la lengua valenciana. En Valencia, el maestro impresor Lambert Palmart imprimió la primera obra literaria en España en 1474 y []se r publicó también el primer diccionario en lengua valenciana: Liber Elegantiarum. El 30 de abril de 1499, fue creada la Universidad de Valencia[4].[]

La industria valenciana, especialmente la textil que se inició con los telares árabes en el siglo IX, consiguió un gran desarrollo y expansión en el siglo XV, especialmente en el área metropolitana de Valencia, en Játiva y localidades circundantes. Pero la ciudad se convertiría en un auténtico centro comercial con la afluencia de innumerables tejedores extranjeros, especialmente italianos. A finales de este siglo se construyó la Lonja de la Seda, el gran templo del comercio valenciano que llegó a liderar la economía mediterránea con la creación de la “Taula de canvis”, primera banca pública en operaciones comerciales. Uno de los banqueros con más negocio en ella fue el valenciano de origen judío Luis de Santángel, que llegó a ser  escribano de Ración de la Corona de Aragón y, personalmente, quién sufragó el viaje a América de Cristóbal Colón []con un préstamo a los reyes[5].

Prueba de la importancia y liderazgo del comercio valenciano es que el rey Pedro III le concedió el Tribunal Mercantil del Consulado, equivalente al existente en las repúblicas italianas de la época que habían estado a  la cabeza del negocio textil. Dicho privilegio es de 1283, adelantándose en más de 50 años al de Barcelona y Mallorca y resto de ciudades que les siguieron.  A principios del siglo XIV ya existía una lonja de mercaderes pero las necesidades de un edificio que acogiera el auge de la industria y, a la vez, fuera sede del Tribunal Mercantil del Consulado justificaba la construcción de un nuevo edificio.

El nombre que recibe el edificio de Lonja de la Seda deriva del hecho que el tejido de seda era desde el siglo XIV al siglo XVIII la industria más potente de la ciudad. En el siglo XIV ya había sederos locales, mayoritariamente judíos, y más tarde conversos, agrupados en 1465 en la «cofradía de la Virgen de la Misericordia», bajo cuya advocación hay una capilla en la Lonja construida entre 1484 y 1486.

La industria sedera de Valencia tuvo 293 maestros sederos censados en la ciudad en 1487. []]​Durante la segunda mitad del XVIII fue el momento de máximo esplendor: veinticinco mil personas se dedicaban a la industria de la seda en la ciudad, que contaba con más de tres mil telares.

El 18 de octubre de 1477 y con la asistencia de 56 maestros, reunidos en la calle de las Barcas de Valencia, en el domicilio del genovés Lazzaro Negro, firmaron ante el notario Bernat Sant Feliu el acta de fundación de la “Lloable Confraria o Almoina de l’Ofici de Velluters” bajo la advocación de San Jerónimo. Entre ellos había como mínimo otra docena de genoveses. El documento se localiza en las actas de ese notario depositadas en el Archivo de Protocolos del Colegio del Patriarca de Valencia con la signatura 1.020[6].

El Colegio del Arte Mayor de la Seda  fue una institución que fue constituida como Gremio de Velluters (terciopelo), cuyas primeras ordenanzas fueron aprobadas por el rey Fernando El Católico en 1479. Su función principal era la de regular el oficio y la producción de tejidos de seda en la ciudad de Valencia, y su sede se encuentra originalmente y desde 1494 en la calle del Hospital número 7 del barrio de Velluters de Valencia. El edificio es original del siglo XV pero fue reformado y ampliado en el siglo XVIII. En el año 1686 el rey Carlos II le concedió el título de Colegio y elevó el oficio de los sederos a Arte mayor. En 1981 fue declarado monumento histórico-artístico nacional nacional, y el 17 de junio de 2016 fue inaugurado como Museo de la Seda de Valencia. 

 “La ciudad de Valencia pasó de los tiempos medios a los modernos sobre una ola de riqueza |...] que hacían de Valencia digna rival de las ciudades renacentistas italianas”(Francisco Sevillano, Empresas nacionales. 512). ..El auge económico valenciano se produce fundamentalmente en el siglo XV y no sólo por causas internas sino por factores externos entre los cuales quizás el más interesante sea el conocer la intervención que tuvieron los extranjeros, preferentemente italianos» (PILES, «Actividad y problemas comerciales de Valencia en el cuatrocientos», V Congreso de HCA. Cerdeña 1957, Ministerios de Asuntos Exteriores, Madrid 1959, p. 411)[7]

 

Earl Hamilton decía que “en el siglo XV Valencia no sólo disfruta de su período de mayor prosperidad económica, sino que vive su Edad de Oro en la literatura, la erudición y las bellas artes”, [8]expresión Siglo de Oro que asume en 1957 Pierre Vilar cuando dice que en “Valencia el Siglo de Oro es el siglo XV y que Valencia en la época de los Reyes Católicos es la ciudad española más penetrada en el ambiente renacentista".[9]

 

En 1499, en el preámbulo del Estatuto facultativo de Estudio General (universidad de Valencia)  se apoya la erección del centro universitario en la conveniencia de que los estudiantes “puxen hoyr e aprofitar en la present ciulat la qual —se razona— es mes populosa que ciutat de tota Espanya”.

 

“populatissima,et a juditio mío fa anime 100 000. He bella cità e mercantille et (ha) le arte assay  separate…[10]

En 1483 la capital valenciana alcanzaba los  75.000 habitantes[11] a la altura de Paris, Milán y Venecia,  mientras Barcelona apenas alcanzaba los 20.000. No obstante a ello, Alvaro Santamaría fijó las cifras demográficas más urbanas señalando que Valencia intramuros realmente alcanzaba una cifra notablemente menor: 40.000 habitantes frente a los 35.000 de Sevilla y 20.000 de Barcelona, mientras que la población del Reino de Valencia la fijaba  –con datos de Gaspar Eiximeno- en 225.000 habitantes.[12]

Desde mediados del siglo XV se aprecia en el reino una reducción del número de ciudades mayores de 5.000 habitantes, lo que permitiría suponer que la creciente macrocefalia de la capital  valenciana se produjo a costa de la sangría demográfica de las entidades mayores. Esta modificación de la red urbana se interpreta como respuesta a las transformaciones experimentadas por la estructura política y económica a lo largo de los dos últimos siglos.[13]

 

La extraordinaria densidad de población de la huerta de Valencia se refleja en el censo de 1510 que recoge un total de 13.006 casas fiscales frente a las 55.631 totales censadas para el reino, es decir, el 23,9%. En el fondo, esta gran concentración de población sólo puede entenderse a partir de una intensa inmigración hacia unas tierras cuya producción estaba altamente integrada con el principal mercado de consumo del reino. De hecho, en las primeras décadas del siglo XV, dentro de la elevada densidad de este conjunto periurbano, la huerta septentrional más próxima a la ciudad tenía una densidad superior a los 100 hab./km2 [14]

 

Si adaptamos estas cifras  a los conceptos asumidos por la historiografía europea, por lo que "la ciudad incluye la población no sólo de la «ciudad propiamente dicha», sino igualmente de los arrabales, las afueras, los términos municipales, las aldehuelas, los barrios, etc.” rompiendo con los límites imaginarios impuestos por el recinto amurallado para incluir a la población residente en sus inmediaciones rurales que a efectos políticos, sociales, fiscales y, también, demográficos pertenecen a ese mundo urbano, llegaríamos a una cifra que en Valencia rondaría los 100.000 habitantes.

 

A ello ayudó, sin duda alguna, la política municipalista encaminada a estimular la inmigración. Todas las ciudades europeas del cuatrocientos potenciaban la inmigración mediante ofertas atractivas para inmigrantes.

 

El caso de Valencia, “els Furs Antichs” otorgados por Jaime I, no sólo homologan al inmigrante con los vecinos de la ciudad sino que, cuando el inmigrante procede de lugares de señorío, por el mero hecho de su avecindamiento, se le declara “franch e absolt del homenatge axicom ciutada”. Al amparo de esta normativa si el inmigrante procedente de áreas señoriales o feudales queda desligado de la dependencia señorial con el consiguiente acceso a la condición de plena libertad, dado que Valencia, ciudad abierta, es ámbito de libertad y la condición de vecino de Valencia es connatural a la condición de hombre libre. El “novell vehi”, nuevo vecino, entra bajo el amparo de la ciudad, se beneficia de la exención de pagar leuda y del libre aprovechamiento de los pasos comunales, y asume la obligación de pechar con los impuestos municipales como los otros vecinos[15].  La presencia habitual de extranjeros e inmigrantes que acceden al examen de magisterio obliga a establecer un requisito previo que garantice el asentamiento estable en la urbe y evite su emigración a otros lugares una vez obtenida la cualificación técnica necesaria. De ahí que se exija el avecindamiento de quienes deseen acceder al examen con la necesidad implícita de habitar en una casa de la ciudad como hace cualquier vecino de pleno derecho[16].De la misma manera, las ordenanzas exigen a los extranjeros una carta testimonial que confirme su formación como aprendices en sus ciudades de origen y en casa de maestros examinados por las corporaciones allí existentes.[17]

 

Se crea la figura del “vehedor deis novells vehins”, inspector encargado de la vigilancia de los nuevos avecindados para comprobar si cumplen las obligaciones contraídas en el pacto de avecindamiento y, en su caso, denunciarles a la autoridad municipal competente, que podrá disponer su baja en el registro de vecinos de Valencia.   

 

Los nuevos vecinos no podrán asumir funciones municipales o el ejercicio público de actividades relacionadas con la administración de la justicia hasta transcurridos ciertos años de su avecindamiento. En 1494, para ser elegido consejero del Consell General se requería una antigüedad como vecino de, por lo menos, 20 años.

 

Asimismo, resulta también importante resaltar la elección de la capital del Reino como lugar de residencia de la nobleza valenciana. De los 370 nobles censados en 1429, 189 residían en la capital, lo que ha llevado a afirmar que «la clase nobiliaria era fundamentalmente urbana».[18] Asimismo, la tacha de 1510-1512 recoge bajo el epígrafe ''Militars de la ciutat de Valencia. Original de la tacha del bras militar, ab les ciutats, viles e lochs de aquell" la presencia de unos 414 nobles en la capital cuyos señoríos se repartían a lo largo del Reino. Y entre ellos estaba Gaspar de Castellví, señor de Carlet, y sus hijos que fueron vecinos de la familia de Luis de Santángel. El 22 de mayo de 1494, Piero di Franqui, comerciante genovés, se presentaba con la intención de protestar una letra de cambio ante este noble, "in domo sua quam habet in civitate Valencie coram ecclesiam Sancti Bartholomei" (APP.V., protocolo n° 6093, J. Casanova). Fiscalmente, por tanto, este grupo privilegiado era censado aparte de las casas de la capital, puesto que contribuía con el brazo nobiliar, a pesar de su residencia urbana.

El humanista Lucio Marineo Siculo, autor de la primera “Crónica Daragon” y que callejeó por la Valencia del siglo XV la consideró “inter primas totius Hispanie urbes enumeranda est”[19].


La Lonja de la Seda de Valencia o Lonja de los Mercaderes ​ es una obra maestra del gótico civil valenciano situada en el centro histórico de la ciudad. Fue declarada, en 1996, Patrimonio de la Humanidad por la Unesco, se encuentra situada en la plaza del Mercado frente a la Iglesia de los Santos Juanes y del Mercado Central de Valencia.

Las obras se iniciaron en 1482 y su primer constructor fue Pere Compte, constituyéndose en un edificio emblemático de la riqueza del Siglo de Oro valenciano (siglo XV) y muestra de la revolución comercial durante la Baja Edad Media, del desarrollo social y del prestigio conseguido por la burguesía valenciana. ​


El nombre que recibe el edificio de Lonja de la Seda deriva del hecho que el tejido de seda era desde el siglo XIV al siglo XVIII la industria más potente de la ciudad. En el siglo XIV ya había sederos locales, mayoritariamente judíos, y más tarde conversos, agrupados en 1465 en la «cofradía de la Virgen de la Misericordia», bajo cuya advocación hay una capilla en la Lonja construida entre 1484 y 1486.

La industria sedera de Valencia tuvo 293 maestros sederos censados en la ciudad en 1487. []]​Durante la segunda mitad del XVIII fue el momento de máximo esplendor: veinticinco mil personas se dedicaban a la industria de la seda en la ciudad, que contaba con más de tres mil telares.

 


Ausias March  (Beniarjó, 1400-Valencia1459) fue un poeta y caballero valenciano de la época medieval, originario de una familia de la nobleza del Reino de Valencia. Es uno de los poetas más importantes del Siglo de Oro valenciano y de la literatura en valenciano.

En la literatura, Ausias March, Joan Roís de Corella, Jaume Roig, Isabel de Villena o Joanot Martorell, autor de Tirant lo Blanc, fueron los autores por excelencia del siglo de oro de la lengua valenciana. En Valencia, el maestro impresor Lambert Palmart imprimió la primera obra literaria en España en 1474 y []se r publicó también el primer diccionario en lengua valenciana: Liber Elegantiarum. El 30 de abril de 1499 fue creada la Universidad de Valencia.

 


En 1483 la capital valenciana alcanzaba los  75.000 habitantes a la altura de Paris, Milán y Venecia,  mientras Barcelona apenas alcanzaba los 20.000. No obstante a ello, Alvaro Santamaria fijó las cifras demográficas más urbanas señalando que Valencia intramuros realmente alcanzaba una cifra notablemente menor: 40.000 habitantes frente a los 35.000 de Sevilla y 20.000 de Barcelona, mientras que la población del Reino de Valencia la fijaba  –con datos de Gaspar Eiximeno- en 225.000 habitantes.



[1] Valencia se encontraba en mejor situación para aportar recursos a las empresas de la Corona que Barcelona o que Mallorca. Por ello, cuando en 1494 los jurados de Valencia se manifestaban remisos a armar galeras anticorsarios. Femando el Católico replicó: “Valencia pot pagar e fer totes les galeres ab molí maior facultad [..,] que no Barcelona ni Mallorques”. FRANCISCO SEVILLANO, «Las empresas nacionales de los Reyes Católicos», p. 531.

[2] La demografía en el Contexto de Valencia. Siglo XV. Alvaro de Santamaría.

[3]  Jose Vicente Gómez Bayarri en su artículo El esplendor de la Valencia del siglo XV  publicado en Las Provincias el 1 de Febrero de 2009 certifica que “La ciudad de Valencia se convirtió en una urbe cosmopolita, abierta a toda clase de visitantes, de manifestaciones y corrientes culturales. Era una gran ciudad no sólo en el ámbito peninsular sino también de reconocido prestigio en el ámbito europeo. Fue una de las ciudades artesanales, mercantiles, financieras más activas del Mediterráneo. De ello dan testimonio las instituciones públicas, el montante de las transacciones comerciales, la actividad cultural, el urbanismo, el arte, la indumentaria y las manifestaciones lúdicas y recreativas. La sociedad valenciana supo articular las diversas corrientes culturales, anticipándose al resto de la Península y del Occidente europeo, imbuyéndose de aspectos italianizantes renacentistas cuando otros Estados o regiones vivían todavía en plena Edad Media. Valencia estaba preparada y fue receptiva a las influencias sociales, literarias, artísticas y religiosas de la Italia del "Quatrocento".

[4] Universidad de Valencia, Información Institucional. «Historia de la Universidad».

[5] López de Gomara, Francisco. Hispania Victrix

[6] Germán Navarro Espinach. La tecnología sedera en Valencia a la luz de unas ordenanzas inéditas del siglo XV.

[7] La demografía en el contexto de Valencia. siglo XV.  1992. Álvaro Santamaria

[8] EARL J. HAMILTON, Money, prices and wages in Valencia, Aragón and Navarra, 1351-1500, Harward Economic Studies, Cambrigde-Massachussets 1936.

[9] La tesis de Vilar es que aunque Valencia influye decisivamente en la coyuntura de Caspe, entonces, en 1412, no estaba todavía en situación próspera, pues su «Siglo de Oro. es el siglo xv, cuando alcanza preponderancia apoyada en su riqueza agraria y en sus producciones artesanas de lujo (VILAR, «El declive catalán de la Baja Edad Media. Hipótesis sobre su cronología ». En Estudios de Historia Moderna VI, Facultad de Filosofía y Letras de Barcelona, cita 23-24.

[10] Igual,David y Navarro, German. Un mercante de Milano, recogido en “los genoveses en el transito del siglo XV al XVI”.

[11] «La última cifra —15.000 fuegos—, si se acepta el coeficiente 1:5 repre enta unos 75.000 habitantes, demografía, sin duda, muy elevada si se refiere exclusivamente a la ciudad; pero aceptable si —cual debe sugerir— comprende por añadidura el termino municipal»  Santamaría Alvaro, Aportación al estudio de la economía de Valencia.

[12] Santamaría, Alvaro. Aportación al estudio de la economía de Valencia, p. 40. La demografía en el contexto de Valencia. siglo XV.  1992. Álvaro Santamaria. Gaspar Eximeno ejerció su cometido de notario-escribano de la juraría por lo menos hasta 1501". El desempeño de su función le facilitó el acceso a datos de primera mano, que pueden aceptarse como fiables, y a noticias de diversa naturaleza que eventualmente consigna, como recordatorio, en notas marginales escritas en sus protocolos.

[13]Cruselles Gómez, Enrique. “La población de Valencia a finales de la edad Media”.

[14] F. ARROYOILERA,”Población y poblamiento en la huerta de Valencia a fines de la Edad Media”, Cuadernos de Geograffa, 39-40 (1986), pp. 125-155).

[15] Santamaría, Alvaro. Aportación al estudio de la economía de Valencia, p. 40. La demografía en el contexto de Valencia. siglo XV.  1992.

[16] Odenanzas del Gremi de Velluters de 1491: ”….més, ordenen e statuexen que qualsevol stranger de la present ciutat o regne que viu a la present ciutat e iuxta forma de les ordenacions e capitols de la dita art e offi ci en ell se volrà examinar en aquella dita art per poder usar de la dita art, ans que al dit examen sia admès haia a mostrar ésser-se desaveynat de la pròpia terra e pàtria de aquell e que sia fet vehí de la present ciutat en la qual tingua sa casa e habitació com ha vehí de aquella, e en altra manera no puirà ésser admès al dit examen ni examinar-se en la dita art ni puirà usar de aquella, e si en aquella art admetre se volrà encorregua en pena de doents sous e perdre los telers e altres coses que tindrà per a la dita art, partidores les penes, teles e telers en la forma en lo present capítol és dispost e ordenat”.

[17] Odenanzas del Gremi de Velluters de 1491: “…per quant sovint se sdevé que los strangers del present regne venen a la present ciutat e regne per voler usar de la dita art e offi ci de velluters e no hauran stat ab mestre examinat, e axí obren axí velluts, vellutats, com cetins, domasos e chamellots que no són obrats segons art de velluters, ordenen e statuexen que ans que lo tal stranger volrà usar com ha obrer de la dita art mostre e sia tengut mostrar ab carta testimonial lo temps que haurà stat ab mestre examinat en la dita art. E si ab carta testimonial no u mostrarà no puixa usar de la dita art com ha obrer e menys mestre examinat no el puixa pendre ni donar-li fahena com ha obrer, ans haia de star ab mestre examinat com haprenediç. E si lo contrari era fet axí lo dit jove qui volrà usar de la dita art com lo mestre examinat qui com ha jove lo tendrà encorregua cascú de aquells en pena de dos-cents sous partidors per terç en la manera en los prop precedents capítols contenguda, no obstant qualsevol capítol en contrari fi ns ha huy fos stat ordenat per la dita art a aquells atorguat e auctoritzat.”

[18] (A. Furió, Historia ... , cit., p. 211)

[19] Crónica Daragón, Lucio Marineo Siculo, editada en  1524

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